Los Dedicados

Peregrina

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Con el permiso que me otorga la admiración,
tomo prestado este relato del que ella es autora

Hoy me la llevo yo.
Había sido el anuncio del viejo en el día de mi cumpleaños.
Esta noche, vas a ver…así nomás.
Nadie lo contradecía, ni siquiera mi marido, no por miedo sino de puro cariño.
No sabía qué me esperaba, pero sería inolvidable.
Llegamos alrededor de las once.
Llevaba, como se debe, zapatos altos y traje de noche escotado,
quizás tuviera un enfriamiento, pero qué importaba si iba a ser noche de tango .

Esperaba un lugar de lujo como Michelangello,
pero me dio en los ojos el salón de una milonga rea, lo miré de refilón …

Te vas a divertir,acotó.

Mirá que pasar el día de mis treinta en este antro.
En el umbral imaginé que ingresaba a un cielo de hombres y mujeres de otro tiempo.

La orquesta del maestro Pugliese arrancó con Gallo ciego.
Sonreí. El viejo se puso de pie y su estampa obligó algunas miradas.

¡Lucite colorada !

Me llevaba con la naturalidad de quien camina, siempre pegado al piso,
sin complejidades ni pretenciosas figuras.
La elegancia jovial era su impronta. Sabíamos los pasos de memoria.
Cuando era chiquita los había aprendido parándome sobre sus pies.
Dos minutos después de estar en la mesa, un sujeto desde lejos me cabecea,
si le sonrío se acercará y me pedirá la pieza.
Los ojos de papá, entienden y con un “decí que sí”, me convence.
Se acerca el bailarín. Traje a rayas. Oscuro y bajo.
¿Me permite?- Lleve nomás...
Este nuevo compañero de ojos como grutas, baila los silencios,
reteniendo la cadencia y el abrazo.
La mano firme en mi cintura da secretas órdenes.
Me admira. Lo siento.
La noche era así una larga sucesión de compañeros.
Yo, una pareja o animal de dos cabezas.
Ser mitológico mitad hombre, mitad mujer.
Monstruo que se abraza a sí mismo.
Entrevero de piernas que se esquivan y se rozan.
Mosaico de tez morena y clara, brazos fuertes y
brazos frágiles, pieles vestidas y desnudas.
El viejo sonreía sin remordimientos, fumando su eterno cigarrillo.
Casi amanecía. Exultaba de alegría.
Todos desearon , casi con violencia, bailar conmigo.

Tango, cumpleaños sin adjetivos.

Y por su admiración a Carlos Gardel...

suena un tango en la vitrola...

Tanguetto

Los ojos de mi moza